La estupenda reportera Mónica G. Prieto analiza los intereses de las naciones occidentales (incluyendo España) en las naciones árabes de África y Oriente Medio, inmersas en procesos revolucionarios. Razones que explican muy bien el silencio de “los de este lado”. Nuestros queridos dictadores.
«En el país de la dinastía de los Saud, no sólo la pena de muerte está vigente (se realiza por decapitación y está en aumento, según las autoridades locales porque el crimen está en aumento) sino que también se aplican castigos corporales: las amputaciones de manos y pies por robo o la flagelación por delitos menores como “desviación sexual” —en referencia a la homosexualidad y la sodomía— y la embriaguez. La discriminación de las mujeres, que carecen de los más mínimos derechos —su situación es mucho más grave que en Afganistán— llega incluso a sus propias casas. No tienen derecho a votar ni a conducir, ni siquiera pueden caminar a solas sin un varón que les acompañe. No hay libertad de culto, tampoco libertades sexuales ni libertad de reunión, prensa o de expresión. Los sindicatos están prohibidos, al igual que los partidos políticos. Como a sus socios europeos, a España parece importale poco semejantes minucias. Entre 1993 y 2008, según datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, Arabia Saudí invirtió en España más de 70 millones de euros. Los habitantes de Arabia Saudí están convocados a protestas los próximos días 11 y 20 de marzo.»