En los últimos 30 años, México ha ido perdiendo muchos de sus valores culturales, patrimoniales, sociales. El plástico de colores venido del norte ha sido más atractivo. Y otras cosas. Yo lo sé bien: mi ciudad y el valle donde estaba han desaparecido, ya no existen. En otra ciudad, Oaxaca, no pondrán un McDonald’s en el casco histórico. Es un triunfo que ni siquiera Venecia, en su disneylandización, se pudo permitir. En Valencia han puesto otro junto a la Catedral. En Barcelona, el antiguo Bar Canaletas, donde se reunían los exiliados que iban volviendo, es ahora un Burger King. Los consorcios de este tipo tienen el apoyo de sus gobiernos y de los nuestros. Algo falla, ¿no? Pero en Oaxaca continúa la pelea:
No al McDonald’s en Oaxaca, ¿qué sigue?