No se me ocurre cómo introducir este texto de Noel Ceballos sobre twitter (o sobre otra cosa), excepto copiando la cita de Kafka que utiliza: “Alemania le ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar”. El instante entre dos pasos.
«Hay dispositivos culturales que se resisten a mostrar todo su significado hasta mucho tiempo después de haber sido concebidos. Ejemplo a): las redes sociales. A principios de mes hablábamos de que las cabezas pensantes detrás de Twitter todavía estaban, hace un par de años, intentando desentrañar el sentido último de lo que habían creado. Se filtraron las notas de una reunión interna en la que alguien escribió, con una mezcla de temor y fascinación morbosa, que el servicio de microblogging podría llegar fácilmente a convertirse en el pulso del planeta. Ahora sabemos que ciudadanos egipcios han llamado “Facebook” a sus hijos nacidos tras el 25-E, o que las calles de Libia están llenas de pintadas inspiradas en el logo de Twitter. Estamos hablando de usuarios que no leen “¿Qué está pasando?” cada vez que se disponen a tuitear, sino “¿Qué demonios voy a hacer al respecto?”. En otras palabras: alguien le dio dinero para comprar pan a los hedonistas del primer mundo, pero los habitantes del tercero lo están usando para comprar dinamita.»