La revolución de Egipto pasó y ahora los medios miran a otras cosas, han perdido el interés en el país árabe que ya es menos noticia. Por eso es importante leer textos como este de Blake Hounshell, donde se aclaran algunas de las cosas que se han dicho sobre este acontecimiento. Depende: Egipto.
«La mayor parte de los revolucionarios que ocuparon la plaza Tahrir durante las últimas tres semanas se han marchado a sus casas, y líderes políticos clave —como el liberal Ayman Nour— dicen que sus principales demandas han sido satisfechas. Mubarak, su Parlamento amañado y su Constitución anti democrática ya no están, y Egipto parece estar floreciendo bajo el gobierno militar de transición, mientras los medios de comunicación estatales dan la bienvenida a la revolución y los egipcios de a pie comienzan a debatir sobre política por primera vez. El Ejército ha prometido traspasar el poder a un gobierno civil y elegido en las urnas en un plazo de seis meses.
No obstante, la caída del autócrata representa sólo el hundimiento parcial de su régimen. Muchas figuras destacadas han abandonado el odiado Partido Democrático Nacional, que vio incendiada su sede el 28 de enero, pero su inmensa maquinaria electoral todavía existe. Cientos de mini Mubaraks —duros mandatarios provinciales y corruptos funcionarios locales— controlan las provincias. El ministro del Interior, aunque muy disminuido, sigue en funcionamiento, al igual que el temido aparato estatal de seguridad del que era presidente. Su último Gobierno, liderado por un ex general de las Fuerzas Aéreas con estrechos vínculos con él, no ha sido reemplazado, y no está claro el papel que asumirá Omar Suleimán de ahora en adelante.»