Carmen Rengel introduce y extracta fragmentos de un libro en el que un centenar de militares israelíes confiesan los abusos constantes y premeditados a los civiles palestinos: Lo único que hacíamos era humillar a inocentes todos los días, todo el tiempo.
«Shaul, ya de uniforme, tomó conciencia de que formaba parte “de una gran maquinaria, un gran sistema de ocupación, con unidades no sólo en el Ejército: en la Policía, la Policía Militar, los Tribunales Militares, el Gobierno, los políticos, los colonos…”. Por eso decidió crear la asociación, “y descubrir la brecha que existe entre la realidad que los soldados encuentran en los Territorios Palestinos y el silencio que hallan luego en su casa. Hay que forzar a la sociedad israelí a que haga frente a esta realidad dolorosa, creada desde dentro, porque conocer la verdad del abuso contra los árabes nos hará rectificar”, señala con una fe profunda. La palabra “abusos” engloba demasiadas realidades dolorosas, como las llama Shaul: “terror sistemático”, palizas, tiroteos, detenciones arbitrarias incluso con civiles, “humillación” en controles y redadas, expulsión de hogares y campos de labranza, “farsas” en tribunales militares, represión “violenta” de cualquier forma de protesta, “irracionalidad premeditada” en el régimen de expedición de permisos para trabajo, asistencia médica o educación, “supresión” de las leyes israelíes por los deseos de los líderes colonos… “Esta vez no hemos publicado las grandes violaciones de derechos humanos, sino el mal cotidiano, ramificado, que llega a todas partes, que aplican hasta los soldados más jóvenes porque repugna las primeras veces, pero luego se convierte en rutina… esa droga devastarora de la costumbre”, puntualiza el director de Breaking The Silence.»