Martin Pawley habla de los espectadores de filmotecas, cineclubes, festivales, muestras… esos que el “box office” no contabiliza y sin embargo existen y pagan su entrada. El público y los fantasmas.
«Si hablan con distribuidores y exhibidores les escucharán decir que no hay público para el cine de autor ni para la versión original, y menos en Galicia. Tienen razón. Los 364 ciudadanos que vimos en el Fórum la joya de Kiarostami no existimos: somos seres invisibles, quizás fantasmas. Tampoco existimos los once mil espectadores que tuvo el CGAI en 2010, más de treinta de media por sesión. ¡Treinta! La última vez que fui a un centro comercial para ver una película en la sala había cuatro personas, pero pesan más que los treinta espectros que acudimos a diario a la filmoteca gallega. En noviembre Cineuropa vendió treinta y dos mil entradas, pero esa gente tampoco cuenta: serán ángeles del cielo, que por algo Santiago es ciudad santa. »