Gran artículo de Joaquín Rodríguez sobre la propiedad intelectual y la necesidad de explotar todas sus posibilidades, y de alejarse de la estrecha descripción que de ella se viene haciendo y defendiendo con uñas y dientes: Una invitación a cenar.
«La Ley de Propiedad intelectual, en el Artículo 2 de su Título 1º dice que “la propiedad intelectual está integrada por derechos de carácter personal y patrimonial, que atribuyen al autor la plena disposición y el derecho exclusivo a la explotación de la obra, sin más limitaciones que las establecidas en la Ley”. No hace falta ser Catedrático de Derecho en Salamanca para interpretar el sentido de la Ley: cada cual puede disponer soberanametne del contenido original que cada uno pueda producir. Solamente resulta irrenunciable la propiedad moral, pero es plenamente conferible la propiedad material o patrimonial de lo creado. El copyleft es, en definitiva, copyright, no son extremos antagónicos, sino potencialidades contenidas en el mismo texto de la ley. En estas circunstancias, lo que habría que explicar, en una pedagogía verdaderamente amplia de la propiedad intelectual (no en la estrecha y atrabiliaria iniciativa de Esdelibro), es por qué, en algunas ocasiones, puede resultar extremadamente beneficioso desprenderse patrimonialmente de lo creado, haciéndolo circular, para verlo exponecilametne acrecentado.»