Javier Armentia habla de las terribles consecuencias de los actos de Andrew Wakefield, el tipo que publicó un estudio falso que relacionaba ciertas vacunas con el autismo sólo para enriquecerse con ello. Wakefield, Ese Peligro Público.
Pero las fases de la historia son terroríficas (siguiendo la entrada de la wikipedia sobre Wakefield). El artículo se publica en 1998, con 12 coautores, y relaciona, en un estudio clínico siguiendo a 12 niños, la aparición de autismo tras la administración de la vacuna para las paperas, sarampión y rubeola. El artículo trascendió la publicación científica e incidió directamente en el público, creando una histeria que ha mantenido un amplio movimiento antivacunas, muchas veces relacionado (ya saben, la evolución los cría y ellos se juntan) con un mundo ecólatra, naturólatra, conspiranoico y etcétera (el tema fue objeto de un análisis amplio en un informe de la revista El Escéptico de ARP Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, en su número 19 de 2005 -en el enlace está la revista completa en PDF). Lo que no se solía contar es que a partir de la publicación de Wakefield reaparecieron brotes de sarampión en el Reino Unido y en muchos otros países, como pasaba antes de la implantación de la vacuna triple vírica en 1988. En uno de los artículos del informe citado, Ander Izeta comentaba que, cuando aparece ese estudio se estaba a punto de conseguir en el Reino Unido el nivel crítico necesario (según la OMS) para la erradicación de una enfermedad, que es una vacunación del 95% (se estaba en el 91%, alcanzado en 10 años solamente). Wakefiel llevaba ya luchando contra la vacuna unos años, relacionándola con la enfermedad de Crohn. Luego perdió casi 10 puntos.