Patxi Ibarrondo, Mondo cane, un torpedo al espíritu navideño.
“Cristo fue el paradigma del desconocimiento de los seres humanos. Aún no había salido de su perplejidad y ya lo habían tratado como a un perro y finalmente crucificado. Nunca entendió del todo lo que le estaba pasando, todo por predicar mansas verdades por el bien del prójimo. Los promotores lo hicieron para fundar una religión política y conquistar el mundo utilizando su nombre y sus ideas.
Probablemente estos días nadie se acuerde del Cristo, abducida como está la gente por los imanes del Centro Comercial. En estas solemnes fechas la publicidad reina y nos incita al hedonismo sin frenos; el personal juega a la baraja con las tarjetas de crédito. Es tiempo de buscar regalos que nos hagan felices unos minutos. Es tiempo de liarse la manta a la cabeza y olvidar dónde estamos y otras angustias cotidianas, con que nos obsequia el tenderete de sociedad que hemos montado.
Probablemente, incluso, en un rasgo de frívolo ternurismo, a muchos se les ocurra el capricho de comprar y regalar un perro. Es animal de sangre caliente y distrae nuestra soledad desde hace miles de años. Salvando las distancias cósmicas entre un dios mitológico y un can, ambos son víctimas de su excesiva confianza en los buenos instintos humanos. Al igual que el mesías, el perro también paga caro el entregarse incondicionalmente al hombre y el estar programado para ser fiel. Lealtad garantizada, pese al abandono, la tortura y la muerte.”