Ni creo que haya un Imperio —en tal caso hay varios— ni que se pueda crear con odio, pero
Luca Casarini habla de una democracia rota apunta a uno de los pocos modos de lucha que quedan: el Caballo de Troya: “Nunca antes como en nuestros días este término, democracia, se ha presentado más vacío, más incierto: por un lado, la democracia (ficticia) del Imperio, con sus parlamentos, tribunales, oficinas de reclamaciones y «X» escritas en las papeletas de vez en cuando. Por otro lado, la democracia (desconocida) de la multitud que trata de crear nuevos espacios públicos.”
Las calles de Morfeo.