Pablo Viz habla del estado en el que se encuentra un acto tradicional que tiende a la desaparición, por vía del progreso o de las prohibiciones legales: la matanza del cerdo. El país de los cien mil sacrificios.
«Siguen muriendo miles de cerdos en la Galicia rural que se convierte en un desmesurado matadero y en una macrosala de despiece. Los cambios agrarios hacia la profesionalización y la despoblación marcaron ajustes de modo que el goteo de sacrificios desde el San Martiño de noviembre hasta el mes de marzo giró hacia una concentración en el puente festivo con que arranca diciembre. «Parece que foi deseñado para as matanzas. Agora os porcos morren pola Constitución e a Inmaculada», razona Ángel, en plena faena de despiece en Lalín.
No existen censos. La producción casera de porcino va por libre. Pero hay estimaciones que aproximan a los 100.000 los sacrificios. En un área rural como Deza-Tabeirós, con unos 2.500 lugares, no debe de andar muy desajustado el cálculo que sitúa unos 15.000 los sacrificios. Y ocurre el fenómeno en Deza, que tiene en sus municipios el mayor desarrollo industrial de producción de cerdos cebados de Galicia. Sus cuatro mataderos sacrifican 170.000 cerdos al año.»