Sobre la mala edición, sobre todo en lo que a prólogos informativos se refiere, pero también a la calidad del volumen físico, en las reediciones de clásicos y en algunos contemporáneos del mundo del cómic: Desinformación y desprestigio, de Ricardo Triviño.
«Ahora que las reediciones de material antiguo son frecuentes, por mor de la comerciabilidad de la nostalgia y la revaloración de trabajos que en su día sólo llegaron a un público reducido comparado con el actual, es necesario que haya alguna explicación previa a la lectura. No se habla aquí de densos prólogos semióticos que busquen pedantemente equipararse a la “Gran Literatura” sino textos que sitúen a los nuevos lectores del tebeo. En la nueva antología del antihéroe creado por Robert Shelton y Tony Bell, Superserdo, Ediciones La Cúpula ofrece las historias del personaje no sólo en un desorden incomprensible y que estropea totalmente la lectura sino que no explica absolutamente nada. Y no es que tuvieran que escribir nada nuevo. Tan sólo con recuperar el prólogo que ya hicieron para los tomos de su colección Fuera de Serie hubiera bastado.»
2010-12-15 16:37
Este artículo confunde un tanto los términos. Habla de información al lector cuando debería hablar de edición cuidada. La información al lector se da en canales de comunicación como la página web de la editorial, su blog, su página de Facebook, sus notas de prensa… Procurar hacer ubicable, comprensible, disfrutable y manejable al lector una obra es editar, no informar. Procurar que haya una relación adecuada calidad material-precio es producir con ética. Y ninguna información puede justificar nunca que una obra, sea un cómic o un libro de lo que sea, esté mal editada o mal producida. Las quejas del lector, además, deben dirigirse al editor primero y en último término a un organismo de defensa del consumidor. El problema subyacente a todo esto es que no hay un código de consumo que obligue a los editores a obrar de otro modo y los lectores no ejercen sobre ellos la presión necesaria tampoco. El editor, cada vez más mercader y cada vez más diletante, sólo aprovecha ese vacío legal y esa abulia social.