El Papa Ratzinger silba y los medios de todo el mundo bailan felices, aunque sea para decir una nimiedad hiper matizada como la que ha dicho esta semana del condón. Ramón Lobo no se lleva por el “entusiasmo” mediático. Condón, sólo en casos excepcionales. ¿Y en África?.
«Conocí a unas monjas en un hospital de Ruanda. Entre sus tareas se incluía el reparto de condones. Les dije: “El Vaticano prohíbe el preservativo, ¿no tienen problemas con sus jefes?”. Una de las religiosas me miró de arriba abajo y dijo: “El Quinto Mandamiento dice no matarás y aquí, en África, el preservativo es una cuestión de vida o muerte, no de sexo”. Insistí: “Pero el Vaticano dice…”. Me cortó: “Si tengo que escoger entre el Vaticano y Dios, yo ya he hecho mi elección”.
Para el africano, el condón es cosa de blancos. Han sido necesarios años de paciencia y numerosas campañas de publicidad (algunas muy buenas, como la que encabeza el post), colocar a la mujer en la vanguardia de la lucha contra el contagio de las enfermedades de transmisión sexual, informar en las escuelas y romper tabúes. Ninguna de las religiones que predican amor, misericordia y caridad han ayudado en esta cruzada.
Un hombre infectado en África es, por lo general, un arma de contagio masivo. El varón africano es promiscuo, trabaja lejos de casa y no acude al médico para hacerse pruebas. A menudo no hay médico. Ni dinero. El hombre africano solo sobrevive. Igual que la mujer que, además, debe sobrevivir al marido y a una sociedad machista.»