JDJ narra los convulsos últimos años de resistencia de la Granada musulmana ante el empuje cristiano, una etapa de religión y de poder interno de un imperio que se desmoronaba.
«En realidad, el tratado fue el comienzo de unas negociaciones entre Boabdil y el equipo de Fernando el Católico, una vez que éste recuperó Granada, para una voladura controlada del reino; el objetivo cristiano siempre fue que toda España dejase de ser musulmana. Boabdil, sin embargo, pretendía seguir siendo rey, y por ello, al mismo tiempo que negociaba con los cristianos, enervaba a los suyos para hacerles la guerra. Sin embargo, la gran batalla preparada por Boabdil, aún en contra del criterio de su madre la guerrera, quedó en poquita cosa, aunque causó gran mortandad entre los caballeros musulmanes. Y, de los que quedaron, muchos, como Abel Comixa, habían pactado con el de Aragón un tratamiento adecuado para sí y sus familias una vez completada la Reconquista, así pues no tardaron en dejar solo al rey. Bueno, no solo. Porque en ese momento de soledad a Fátima, que hasta entonces ha mostrado un realismo que su hijo no quiso apoyar, le entra la vena de defender la ciudad hasta la muerte. Los nobles nazaríes, reunidos en consejo, votan, sin embargo, por unanimidad, que no tiene sentido presentar resistencia armada.
Fernando de Aragón y Boabdil se enfrascaron entonces en una negociación interminable en torno a las capitulaciones de la rendición. El rey nazarí esgrimía constantemente dos triunfos a su favor: el primero, la posibilidad de que unas condiciones humillantes provocasen una revuelta popular que ni él mismo pudiese sofocar; y, en segundo lugar, su presunta decisión suicida de encerrarse en la ciudad y morir matando.»