Habla Joaquín Pérez Azaústre de su experiencia recitando poemas en la prisión, y habla con ello de cómo el contexto permea el mensaje y hace que la recepción (y la emisión) sea siempre distinta: Poesía en la prisión.
«No se puede entender sin libertad a Cervantes, y al Quijote mucho menos. Recordé el episodio de los galeotes, cuando el caballero y Sancho los encuentran: al saber que los llevan a galeras, donde morirán de agotamiento o de disentería, remando por el mar Mediterráneo, o en singular combate con los turcos, Don Quijote decide liberarlos. Luego, la historia acaba mal, como casi siempre, cuando el sueño se topa con la realidad. Uno de los presos recordó, precisamente, a Calderón, y La vida es sueño como una cima de la literatura española. También citó a Luis Rosales: igualmente irrebatible. Literatura y libertad es mucho más que la lectura de El conde de Montecristo: la libertad es el poema, nuestra libertad es lenguaje, esa liberación blanca del yo en la interpretación personal de cualquier texto, o la imaginación sobre el poema.»