Jose Miguel Mulet nos recuerda la figura de Bárbara McClintock, científica norteamericana especializada en citogenética que tuvo que luchar contra el machismo en el mundo científico durante los años 30 y 40 y recibió el Premio Nobel 40 años después de su mayor descubrimiento. El Nobel tardío de la Sra. McClintock.
«Le denegaron la beca de estudios en el extranjero, con el pretexto de que no era recomendable dársela a una mujer, por que podía dejar los estudios en el momento que se casara. En otra ocasión tuvo que soportar la reprimenda de su director porque había visto anunciado su compromiso matrimonial en el diario, aunque en realidad se trataba de otra Barbara McClintock que no tenía ninguna relación con ella.
Lejos de amilanarse con estos contratiempos esta menuda (por estatura) botánica se dedicó a estudiar las células de maíz. Durante esta época no estaba claro cuantos cromosomas tenía el maíz, esta cuestión no es nada trivial si tenemos en cuenta que en muchas plantas dentro de la misma especie puede haber variaciones en el número de cromosomas. Intentando resolver este problema específico dio con la solución a un problema general. Todos sabemos que dos hermanos pueden parecerse, pero nunca son idénticos salvo que sean gemelos univitelinos, lo cual es un poco extraño ya que al venir de un mismo padre y una misma madre tienen el mismo material genético.»