Muy curioso el proyecto sobre el que escribe Javier Bilbao: dos artistas realizaron miles de encuestas en varios países distintos pidiendo que se describiera el que para ellos sería el cuadro más bello, y a continuación los pintaron. La pintura más bella del mundo, y la más fea.
«Lo relevante de este proyecto no fue que revelase peculiaridades nacionales, sino la similitud que encontraron en las preferencias de personas que vivían en entornos geográficos y culturas tan diferentes. Un primer vistazo podría hacernos concluir que la mayoría de los habitantes del planeta tiene gustos un tanto horteras y que los calendarios que regalan las cajas de ahorros seguirán mostrando paisajes similares año tras año hasta que se acabe el mundo.
Pero un análisis más detallado nos indica que la mayoría de la gente parece preferir una representación realista a una abstracta, un espacio abierto a uno cerrado, que ese paisaje no sea bosque muy denso ni una extensa planicie, que contenga tonos azules (un 44% de la imagen, en promedio), muestre diversidad de vegetación con pequeñas agrupaciones de árboles y que contenga presencia humana y animal, así como de agua. El entorno más adecuado para sobrevivir, en definitiva.»