Álvaro Pons escribe un texto magnífico revisando la figura de Osamu Tezuka, creador de Astro Boy o Adolf y considerado el auténtico padre del manga japonés. Tezuka.
«Cuando el joven estudiante de medicina Shigeru Tezuka comenzó a colaborar bajo el pseudónimo de Osamu en el en el magazine Mainichi Shogakusei Shinbun con la obra Ha-chan’s Diary (1946) seguía de forma pulcra los cánones del koma-manga. Un debú clásico que apenas hacía presagiar el éxito arrebatador que le esperaba apenas un año después con una obra que se atrevía a romper todos los esquemas preconcebidos y traicionales de la narración gráfica japonesa. Shintakarajima (“La nueva isla del tesoro”), revolucionaba en 1947 el mundo del manga incorporando una narrativa absolutamente nueva y distinta. Maravillado por el mundo occidental, Tezuka se había empapado de los dibujos animados de Walt Disney y los Fleischer (Popeye, Betty Boop…), de los cómics americanos de prensa, del cine de Hollywood, de la literatura europea, una amalgama de influencias que cristalizó en La nueva isla del tesoro. La obra supuso un shock instantáneo no sólo para el público japonés, sino para los autores japoneses. Un jovencillo de apenas dieciocho años había abierto un camino nuevo, que anunciaba formas distintas de entender el manga. Un punto de partida que la inagotable capacidad investigadora de Tezuka convirtió casi en una costumbre, en una manera de abordar la creación que le acompañó el resto de su vida.»
2010-11-06 21:35
Tezuka tiene un estilo propio de dibujo que te gusta o te repele, sin muchas medias tintas (un poco como Hergé). Sin embargo nadie con dos dedos de frente le negará un inmenso talento como guionista. No he leido comics con personajes mejor dibujados en lo emocional, y sus tramas son obras maestras, perfectos mecanismos de relojería. Lo mejor es (en sus obras adultas) su falta de maniqueísmo. No hay buenos buenísimos ni malos malisimos, sino personajes humanos en toda su grandeza y miseria.
Por ejemplo creo que hay dos comics sobre la segunda guerra mundial que deberían ser de lectura obligada en la escuela: Maus, de Art Spiegelman i Adolf, de Tezuka.