Vía Anboto llegamos a este texto de Patxi Ibarrondo en el que se habla de como la publicidad se ha convertido casi en metapublicidad y de cómo la marca en sí misma es un valor que supera a cualquier otro rasgo de producto que representa. El antídoto.
«Desde el púlpito del marketing, el logo manda. El logo insiste en sus eslóganes que lo que se impone (lo único que importa) es ser originales. Sin embargo, ese culto a la moda de marca lo fabrican en serie, vendiendo esa ilusión con millones de copias. Cuantas más mejor, mayor será el beneficio. Al final, vestir marca es de una pasmosa uniformidad. Uniformes de diseño. Aunque después de todo esa falta de la exclusividad prometida se perdona. Lo que realmente importa es pertenecer al logo. Una neoreligión que carece de complicaciones litúrgicas y misterios incomprensibles. Tan sólo hay que ponérsela y salir a la calle a que te vean.»