Cae Antoni Gutiérrez-Rubí en lo que caemos muchos: extrapolar nuestra experiencia de ciberusuarios a todo el mundo, cuando todavía siguen siendo mayoría los que viven ajenos a lo digital. En cualquier caso, es interesante su apuesta por una identidad digital que sustituya a la tradicional del carnet: Ciudadanía digital.
«Nuestra identidad personal será nuestro rastro digital. El que dejamos y el que otros dejan de nosotros. Ambos configurarán nuestra reputación, la auténtica referencia métrica de valor en la sociedad digital. Los buscadores, por ejemplo, no saben nada de nosotros: ni quienes somos, ni ninguna otra característica personal. No conocen nuestra posición socioeconómica o nuestra actividad profesional, por ejemplo. Sólo saben lo que “valemos” en Internet, el valor que tiene nuestra identidad digital (la suma de informaciones, objetos digitales, enlaces, imágenes, etc., que conforman nuestra presencia en la red). Es fantástico. No es importante quienes somos, sino lo que significamos en términos de reputación y audiencia, es decir, somos lo que la comunidad global, en un ejercicio de meritocracia absoluto, nos otorga.
Nuestra ciudadanía política y cívica, será complementada (e incluso superada) por nuestra nueva ciudadanía digital. Las identidades del futuro serán globales, no sólo nacionales; múltiples, más que únicas; y se verán mejor reflejadas, como pliegues poliédricos en las redes y en todos nuestros perfiles, que en cualquier trocito de plástico, aunque lleve incorporado un chip electrónico. Olvídense del currículum vitae y preocúpense por el digital vitae. Pasaremos del tradicional DNI a una nueva PDI (Personal Digital Identity) que no necesitará carnés ni documentos.»