Inmenso repaso a la literatura argentina actual, y a sus debes con el pasado, de Martín Schifino, nada aséptico y sí comprometido: Rutas argentinas.
«Ha habido constelaciones de todo tipo, algunas con nombres y otras únicamente nominales. Durante un tiempo hubo una constelación Manuel Puig. Hoy hay una constelación César Aira. Sigue habiendo una constelación de autores salidos de la facultad de letras de Buenos Aires, y otra de autores asociados con tal o cual suplemento literario. Hay también estrellas aisladas (Eduardo Muslip, por ejemplo). Es de notar que la galaxia Borges, como la llamaron los escritores Eduardo Berti y Edgardo Cozarinsky en una antología reciente, está perdiéndose de vista. Borges ya no tiene imitadores serios en su país; las parodias involuntarias que comete un español como Javier Cercas son impensables para cualquier argentino con un poco de oído. (Lo cual es un alivio, sobre todo a oídos argentinos, cansados de tanto adjetivo antepuesto y verbo rimbombante.) En cambio, ha habido nuevos realismos, autoficción y hasta una suerte de literatura comprometida. Un fenómeno que no puede desestimarse, aunque se lo pase por alto en ámbitos académicos, es el ascenso de sólidos escritores comerciales: gente como Guillermo Martínez, Federico Andahazi o Marcelo Figueras. Ninguno de ellos va a cambiar el curso de la novela, pero han refrescado la relación del autor argentino con su público. Competentes, profesionales, a veces carismáticos, estos escritores tienen lectores. Viven de la literatura. Habría que ser muy catastrofista o adorniano para condenar la consagración del oficio. En Argentina, lamentablemente, hay adornianos de sobra; el resultado ha sido una discusión estéril sobre la falsa dicotomía arte/mercado.»