Conozco varios profesores que se niegan a salir de excursión con los alumnos, y no por falta de interés o por muermos (conozco varios también que se apuntan a un bombardeo con tal de escabullirse del aula), sino porque tienen miedo, evitan esa responsabilidad. El artículo de Joselu es muy significativo: uni alumno se tuerce un tobillo y todos tratan de hacerle ver lo irresponsable que es pretender llevarlo en su coche al hospital: Pasado de moda.
«sto me lleva a recordar mi pasado como profesor cuando me iba un fin de semana con alumnos –sin permiso paterno- a pasar dos días acampados junto a un lago, o les llevaba a media noche a entrar en una cueva por túneles angostos que les evocaban en la madrugada la salida del claustro materno. Luego en el interior de la cueva contábamos historias de terror en la más absoluta oscuridad. Recuerdo haber hecho queimadas con alumnos de COU en un playa de Almuñecar de madrugada. Recuerdo cuando les tomaba fotos sin que fuera necesario un permiso especial de los padres para robarles la imagen. Y cuando mis alumnos llevaban una cabeza de cerdo y cien objetos raros a clase para hablar del surrealismo, bebiendo moscatel, en un tiempo en que los bares de los institutos no proscribían el alcohol ni a alumnos ni a profesores. Recuerdo haber fumado en clase y que mis alumnos de BUP me pidieran permiso para hacerlo ellos. Recuerdo cuando como profesores pensábamos que las clases eran una especie de acto de rebeldía frente al sistema y los alumnos participaban con entusiasmo poniendo en cuestión el mundo y la sociedad o aportando sus puntos de vista. Recuerdo alumnos con el torso desnudo llevando antorchas en el teatro del instituo representando un acto dadaísta.»