Reconozco ignorarlo todo sobre el reggaetón, y quizás por eso me atrae este reportaje en el que se analiza su éxito actual desde distintas perspectivas: musicales, sociales y literarias: La invasión del reggaetón.
«Hay algunos grupos que han demostrado una preocupación por el discurso. Calle 13, por ejemplo, tiene una postura crítica no sólo ante la sociedad, sino ante el mismo reggaetón como un producto comercial más. Es así como sus letras, más trabajadas, plantean a un sujeto crítico, sublevado y escéptico. “Soy clase media baja, desde la placenta, toda mi vida trabajé, para pagar la renta. Ando sin reloj, no tengo calendario, no creo en los modales, ni tampoco en diccionarios. (…) Tampoco me importa un carajo si este disco vende, si yo quisiera vender algo montaba una tienda. Prefiero regalarte música, aunque tú no la entiendas, yo digo 50 malas palabras por segundo, porque la verdad es que me gustaría cambiar este puto mundo.” Ven y critícame, Calle 13) No obstante, es una excepción.
El vaciamiento discursivo del reggaetón consiste en no querer enfrentar los relatos que trascienden la sociedad. La marginalidad, por ejemplo, no es abordada con la seriedad del que busca causas e intenta proponer soluciones. Muy por el contrario, el reggaetón ahonda los conflictos que presenta un mundo hecho de productos y clientes. Pedirle una preocupación política a un estilo de música que basa sus valores y su manera de desarrollarse en los principios que fundan un sistema, es un imposible. Dudar, criticar, tomar un verdadero riesgo, hoy por hoy, no son objetivos para nadie. El reggaetón, entonces, como una pandilla a la moda: eso, nada más.»