Á. Munárriz y R. Bocanegra aprovechan el inicio del juicio por el “Caso Malaya” para tirar de hemeroteca y recordar de cómo empezó todo: con Jesús Gil haciéndose con la alcaldía de Marbella. Cuando Gil era como Jesucristo.
«La primera gran decisión de Jesús Gil como alcalde de Marbella traza una valiosa metáfora sobre su paso por el poder: en la madrugada del 26 de junio de 1991, las excavadoras municipales derribaron la casa de su antecesor, el socialista Francisco Parra, porque le estorbaba para una reordenación vial. Un testigo recuerda cómo la esposa de Parra, literalmente en la calle con lo puesto, preguntó: “¿Y ahora qué hacemos?”. Ante el gentío que se arremolinaba atraído por el jaleo, Gil tuvo uno de sus arranques de populismo exacerbado: “¡Que lleven a esta mujer al mejor hotel de Marbella!”. La ovación fue cerrada.»