Siempre he pensado que es mucho más fácil comprender una ruptura amorosa que una amistosa. Miguel Santa Olalla Tovar intenta profundizar en algo tan inherente al ser humano como el gregarismo. Los códigos de la amistad.
«Algo de esto hay en el viejo dicho: “dime con quién andas y te diré quién eres”. De una manera prácticamente imperceptible se van generando entre los amigos pautas de conducta, acuerdos nunca escritos y mucho menos hablados, que marcan el modo de vida dentro de ese grupo. De ahí precisamente que la amistad sea también “ética”: forma el carácter, refuerza unos hábitos y diluye otros. Los grupos de amigos se contagian intereses, gustos y costumbres. Por ello suelen formarse a partir de un elemento compartido: el trabajo, el ejercicio físico o el tiempo del colegio. Los iguales tienden a ser amigos de los iguales, o al menos así lo piensa Aristóteles, convencido de que la amistad entre quienes son similares tiene más garantías de ser sólida que entre los desiguales. Y si hacemos una recapitulación provisional, podríamos alargar la reflexión aristotélica, afirmando que la amistad es un microcosmos ético, relacionado por tanto de una manera directa con aspectos tan importantes para el ser humano como la felicidad y la justicia. O dicho de otra manera: hay amistades más “éticas” que otras.»