Qué divertido este texto de Fernando del Álamo en el que, explicando un problema matemático, te hace darte cuenta de cómo la intuición no es siempre la mejor aliada de la ciencia. Hay que leerlo despacito. El problema de Monty Hall.
«Los que tenemos ya una edad y superamos las cuarenta primaveras tenemos en la memoria el programa Un, dos, tres, responda otra vez. Si no lo recordáis o no lo conocéis, no pasa nada. Recuerdo que había un juego en el que al concursante le presentaban tres puertas. Tras una de ellas había un coche. El concursante escogía una (digamos, la 1). Entonces, el presentador le mostraba otra puerta tras la cual no estaba el coche (digamos, la 2). Entonces le decían: ¿quiere Ud. cambiar de puerta? O sea, podía seleccionar la 1, que es la que había escogido al principio, o la 3. ¿Debía el concursante cambiar o no? ¿Hay alguna diferencia?
Mucho más tarde, me enteré que este problema es conocido como Problema de Monty Hall y que en realidad, no era una cuestión del programa español, sino de otro llamado “Let’s make a deal”, que funcionó desde 1963 hasta 1990. A los creadores de este programa debió dejarles perplejos que después de emitir unos 4.500 programas durante 28 años, el legado principal fuera esta cuestión.»