Lucas Sánchez nos presenta un futuro distópico en el que los doctorandos desatan su violencia inherente en las calles y siembran el terror de los ciudadanos decentes y de bien. El 2015 no está tan lejos.
«Pero los problemas siguen en la calle. Y es que los toxicómanos, y varias bandas callejeras no están dispuestas a compartir su botín con una nueva raza de investigadores de callejón. “Los más violentos se hacen llamar Natural Killers, nombre tomado de un tipo de célula del sistema inmunitario que ataca con rapidez y violencia a los microorganismos que intentan infectarnos”. Son momentos duros para varios barrios de Madrid, donde la guerra entre Ñetas, Natural Killers y Latin Kings cada día se cobra más víctimas.
La realidad en el interior de los centros no es menos dramática. Jóvenes becarios bisturí en mano protegen la entrada de cada laboratorio. “Los primeros dos años había un pacto entre los departamentos y dentro de cada planta había respeto”- Dice el director del departamento de Biología Molecular y Celular del Centro Sin Importancia ni Reconocimiento (C.S.I.R). “Ahora la primera tarea de los estudiantes en prácticas es proteger los ultracongeladores y trapichear en el parking”- Afirma agachando la cabeza.»