Recuerda Adonis la figura del pensador árabe, que acaba de fallecer, Mohamed Arkún, y lo hace en el marco de la necesidad de una cultura árabe que eluda la estigmatización por su islamismo: Mohamed Arkún, un faro en la noche de la cultura árabe.
«Era consciente de que esta batalla, con sus significados, iba más allá de la política y sus regímenes. Aunque los movimientos fundamentalistas en sus diferentes manifestaciones hacen de la política su campo directo, Mohamed Arkún sabía que si su labor política lograba movilizar y reclutar a diferentes fuerzas en nombre de la protección o la defensa de la religión, la órbita de estos movimientos iría más allá de lo político: iría a lo cultural y a lo humano. Por ello era consciente de que lo más peligroso de los movimientos islamistas no estaba en la política, como muchos creen, sino más bien en la labor de convertir la cultura en naturaleza, en mirar a la cultura como naturaleza, es decir, como algo innato, inamovible y definitivo como ésta, no en la práctica sino como una destrucción total y organizada de la cultura y la naturaleza al mismo tiempo, incluyendo en esa destrucción total al propio ser humano, negando cualquier forma de creación.»