Elena Poniatowska escribe sobre la muerte en Tlatelolco (México) de Florencio López Osuna: “Y Florencio, que había aguantado la masacre, los cachazos de pistola, los largos días de interrogatorios, la tortura, las vejaciones, las amenazas -”si comete una pendejada, échenselo”- y la cárcel de Lecumberri durante dos años y tres meses, no soportó estos súbitos días de fama y a los 55 años fue encontrado sin vida, muerto por paro cardiaco, en el cuarto 309 del hotel Museo de la colonia Santa María la Ribera, cerca de la estación Buenavista.”