Isabel Allende se ha llevado el último Premio Nacional de Literatura chileno, y la polémica ha sido instantánea. Gustavo Faverón Patriau cree que se trata de una maniobra comercial muy alejada del prestigio o la calidad literaria: ¿Premio literario o campaña publicitaria?.
«El premio, que fue anual desde 1942 y es bienal desde 1972, y que se alterna entre narradores y poetas, lo acaba de recibir, en cambio, la novelista Isabel Allende, como resultado de una candidatura promovida, entre otros, por los ex presidentes chilenos Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, que al fin dejaron en claro cuál es el único terreno en que todos convergen: el quiosco de los best-sellers.
La coincidencia de los cuatro ex mandatarios es irónica: las influencias políticas contrapuestas sobre el premio han sido causantes de sus mayores injusticias por décadas. Durante los años de Pinochet, ante la escasez de escritores de talento que fueran afectos al régimen, el premio lo recibieron casi exclusivamente autores de divulgación científica, de literatura infantil sin mayor originalidad, críticos oficialistas de El Mercurio y hasta algún miembro del cuerpo diplomático del Estado chileno.»