Entramos en el terreno de lo muy personal, pero no es difícil sentirse identificado con lo que cuenta Cayetano Lupeña, sobre la soledad del que vive en un estado permanente de depresión. Huyendo de un amigo triste y necesitado.
«Me cuenta más cosas, su visión del mundo es pesimista, se ha quedado sin amigos. Los que tenía ya no le soportan. Sus días transcurren en una rutina terapeútica con la que justifica el estar en el mundo. Inercia de sobrevivir sumergido en un dolor continuo. Solo puedo escucharle, hasta que el autobús amenaza con dejarme, se que le viene bien hablar un rato, Nadie quiere escuchar desgracias ajenas. Huyen de él como de la peste. Hemos quedado entre semana para dar un paseo juntos y tomar un café, me advierte que quizá prefiera caminar solo y no aparezca a la hora acordada. Como quieras Antonio, siempre habrá ocasión y podemos coincidir en otro momento.
Así pasan los días muchos de nuestros antiguos amigos y vecinos ahora enfermos y tristes. Aplastados en una realidad que un día creyeron imposible. Enfermos y solos, soportando miradas de compasión desde la acera de enfrente. Apenas un buenos días apresurado, apenas un minuto de charla que termina con un estúpido e inútil ¡Animate!»
2010-08-31 21:46
Gracias por la referencia. Solo apuntar que el tono “personal” es un mero artificio. Antonio es en realidad un resumen de miles de casos reales. Saludos