Copépodo nos cuenta la historia de las palomas migratorias, extinguidas a principios del siglo XX a pesar de ser una de las expecies más extendidas en los cielos de todo el mundo. Mi especie extinta favorita.
«¿Una especie muy afortunada? Según se mire, ya que cometió la imprudencia de tener una carne muy rica y a lo largo del siglo XIX se desarrolló toda una industria alrededor de la explotación de su carne. Las abundantísimas bandadas atravesando las llanuras de Estados Unidos en su migración anual hacia el sur permitían a los cazadores disparar casi a ciegas asegurándose cobrar piezas. Con la llegada del ferrocarril y del telégrafo, se daba la voz de alarma cuando se avistaban grandes masas de palomas y llegaban cazadores de muchos kilómetros a la redonda. Con el tiempo la caza se hizo más salvaje aún (uso de redes, quema y tala de dormideros, etc). Los incipientes intentos de protección de finales de siglo fueron ignorados. En 1878 “sólo” quedaban 50 millones de individuos y en 1890 apenas quedaban poblaciones. La última paloma migratoria murió en un zoo de Cincinnati en 1914 (se llamaba Martha).»