Divertido Manifiesto contra la perfección en el que Rafael Martínez, entre veras y bromas, hace un decálogo en el que argumento contra lo perfecto, ese mito tan dañino.
«4. Denunciamos que la cultura de la perfección genera excelentes hipócritas, porque la perfección es imposible lograrla pero sí fingirla. La taxonomía de los errores es infinita. La ingeniería siempre lo ha sabido, aunque con el tiempo, se relaja. Hoy lo vemos en áreas como las finanzas, la seguridad de los vehículos o la extracción del crudo. Cuando algunos de nuestros mandatarios parecen sinceros en negar lo evidente, sea crisis o chapapote, quizá la información no fluye ascentemente sin edulcorar. Está siendo frecuente despedir al que es políticamente incorrecto a micrófono abierto (un ejemplo reciente, el general Stanley McChrystal), pero no al incompetente.
5. Revelamos que la creencia en la autoperfección es patología bien conocida en lo individual pero no en lo colectivo. También las comunidades o empresas piensan han alcanzado la perfección. O peor: se olvidan de que creen que han alcanzado la perfección. Por ejemplo, en ciertos supuestos sobre cómo funciona el mundo. Nuestra supervivencia depende de alcanzar conclusiones válidas sobre el entorno. Nunca lo serán si se descarta la información que no encaja en nuestros modelos, si los creemos perfectos. […]»