La política se estanca, y su comparación con cómo están evolucionando las redes sociales, el uso de los móviles y la internet abre un abismo de separación entre nuestros políticos y los ciudadanos. Trata de explicarlo Antonio Gutiérrez-Rubí en La política móvil.
«Frente a todo ello, la política ofrece un panorama bastante fijo y estático que podría explicar, en parte, la falta de conexión vital con la ciudadanía. La gente se ha ido a vivir a las redes sociales, mientras que la política sigue encerrada en sus sedes sociales, corriendo el riesgo de alejarse todavía más de la cotidianeidad de las personas (en su dimensión individual, cívica o profesional) si no adapta sus maneras de comunicarse, organizarse y compartir la información a través de los nuevos dispositivos. Estamos hablando de la inaplazable transformación de las estructuras de partido a entornos digitales pensados para las aplicaciones personales y móviles: web móvil, aplicaciones para iPhone, entornos gráficos, contenidos semánticos, visualizacion, geolocalización y realidad aumentada, etcétera. Conceptos que la política asimila lentamente, mientras la vida se mueve a una velocidad de vértigo. En los próximos 18 meses, por ejemplo, se multiplicará por dos toda la información disponible en la red, subimos cada segundo más de 24 horas de imágenes en YouTube.»