¿Por qué una novela panfletaria es una mala novela? Gustavo Faverón Patriau no afirma realmente lo que subyace a la pregunta, sino que afronta el problema inclinando el peso de la responsabilidad hacia el lector: es su percepción del mundo el que le hace considerar buena o mala una novela panfletaria.
«Hay una valor especial es esas ficciones que parecen erigidas en contra de las ideas que, como ensayistas o comentaristas públicos, defienden sus autores; ficciones que parecen contradecir esas ideas, dudar de ellas, dudar de su veracidad o su lógica o su moral, arrojarse sobre ellas para desmontarlas y acaso negarlas.
La explicación más habitual no es extremadamente convincente: es el trabajo del inconsciente, se dice; es la ficción apropiándose del texto, llevándolo por caminos que el autor no ha planeado. Creo hay una manera más racional de plantearlo.
Como vehículo congoscitivo, la ficción contemporánea tiene unos rasgos propios, que la distinguen del ensayo o de la crónica y ciertamente de la historia y de las ciencias sociales: la ficción exige ser escrita desde dentro o como si se viviera desde dentro de la consciencia de los personajes, pero también, por ello mismo, se abstiene de ser expositiva, porque se abstiene de asumir que el mundo narrado pueda ser orgánicamente percibido desde un solo mirador.»