Los libreros tienen anécdotas a porrillo; son para morirse de risa o echarse a llorar. En Libreros que ocultan preciosa información después de haber sido maltratados nos las cuentan; bueno, se las cuentan entre ellos como terapia de grupo, para no tirar la toalla y creer que los lectores van a torturarlos aposta y, sobre todo, no deseperar :-) [ref. Blog Ediciona].
- «Dos adolescentes, chico y chica:
—_El señor de las moscas_. Este libro me lo he leído yo.
—Yo me lo quiero leer. ¿Cómo es?
—Es como “Perdidos” pero con niños.
- —¿Estás segura de que el libro de bolsillo y el normal traen lo mismo?, ¿no estará resumido?
- —¿Me recomiendas un libro?
—¿De qué tipo?
—Algo de acción y aventuras.
—¿Alguno que hayas leído y te haya gustado particularmente, para hacerme una idea?
—A mí me gustan mucho los de Paulo Coelho
—…..
- Un adolescente quiere “el guardián de la cebada”, le ofrezco amablemente El guardián entre el centeno y al chico le vale perfectamente. A fin de cuentas todo son cereales.
[…]
2010-06-25 18:06
Juro que ésta es cierta: Feria del Libro de 2006, caseta de la Casa del Libro (creo recordar), Forges firmando ejemplares y servidor esperando en la cola. Se acercan dos senyoras, se asoman, ven quién está, una lee el cartel y le dice a la otra… Ah, pero es Forges, con “F”!
2010-06-25 20:51
Ja, ja, ja, buenísimo.
En un anecdotario de la Feria del Libro (de varios años) que apareció este año en este artículo hablan de un redactor que llamó por teléfono para ver si era posible entrevistar ¡a Kafka!, de unas señoras que se acercaron a información a ver en qué caseta firmaba ¡Edgar Allan Poe! o de un periodista que preguntaba cuándo llegaba al pabellón Carmen Martín Gaite, ya fallecida.
Sin embargo, a mí me pasa lo contrario: se me hizo rarísimo ver que este año Antonio Gala firmaba ejemplares; ¿pero este señor no se había muerto ya?, le pregunté a un amigo. Calla, que tú te cargas a todo el mundo, como cuando murió Mari Trini y tú ya la hacías muerta hace años.
Un beso.
2010-06-27 00:52
Hay pocos vendedores que sientan desprecio por gran parte de sus clientes y consideren una tortura injusta tratar con clientela que no es de “su” nivel. Además de a los libreros, solo conozco en ese caso a las vendedoras de ciertas tiendas de ropa.
No deberían quejarse de estar en peligro de perder su trabajo: supongo que estarán deseando no tener que seguir en contacto con gente ignorante y/o poco glamurosa.
2010-06-27 13:07
Aloe, en el título de la página, lo de la tortura se refieren a un discurso que hizo Jordi Puntí (escritor, no librero) en la entrega del PREMI LLIBRETER (que otorgan los libreros) en Barcelona, «en el que confesó haber torturado a un librero pidiéndole cosas como Cien años de soledad de Cabrera Infante…» y otras cosas parecidas ;-)
Pero los libreros, en general, no odian a nadie; y anda que no se lo pasan bien con algunas de las situaciones, aunque lo pasen mal con otras.
Las anécdotas son muy divertidas, y en algún sitio se tiene que desahogar uno; bastante es que lo ponen público y nos reímos todos. Yo, la primera, y eso que soy la primera que llego y pido libros de manera que mi librero tiene que andar adivinando, como cuando fui y le dije que quería uno de poesía de Noé; ¿el autor?, ¿el título?, ¿la editorial?; pues no, no recuerdo nada más que que el autor y el título estaban llenos de elles. Imagina encontrar con esa pista. [Quizá si le hubiese dicho que había un par de versos bien divertidos: «—¿Cómo tiráis al que sobra? —Lo arrojamos por la borda.»]. Otro día fui y nos alegramos los dos: que ya sé el de las elles: Los animales de la lluvia, de Pedro Villar, en Diálogo.
Como ejemplo de lo contrario, de cuando un librero no tiene ni idea, contado de forma bien divertida, está El aire de un crimen, de Peter, o Pedro de Miguel; anda que no me he reído yo con ello, y anda que no lo he recordado en alguna ocasión :-)
Un beso.
2010-07-01 02:33
No he dicho odio, sino desprecio, y el desprecio está bien patente en el texto y los comentarios y anécdotas citadas.
Lo que sucede es que <i>casi</i> pasa desapercibido, porque al fin y al cabo es la manera habitual de sentirse superior por parte del que tiene familiaridad con la literatura con respecto a quien considera fuera del círculo de iniciados.
Curiosamente luego a lo mejor tiene una pulsera de esas mágicas, o cree en la homeopatía, o en la transubstanciación.
2010-07-01 14:29
¡Y porque ya no nos dejan llevar varas de saúco!
Hay un libro entero de anécdotas, Soldados de cerca, de un tal Salamina en Coma Negra, pero es que es algo habitual.
Igual que algún librero puede buscar La Dama de Blanco; porque los de se prestan siempre a este tipo de confusiones.
En ocasiones son simples ejemplos de lógica aplicada, dos de mis anécdotas favoritas son las de el chico que me pidió para leer en el instituto una de piratas: La busca de Pío Barbarroja.
O mi favorito, la señora que con impecable sentido venía porque le había encantado Otra vuelta de tuerca de James y quería leerse la primera parte. Mis explicaciones no servían de nada, si ponía Otra es porque tenía que haber antes Una
En fin, anécdotas sin mayor trascendencia para el disfrute de los que no tenemos complejo de inferioridad.