Andrés Boix-Palop detalla aspectos de la controvertida reforma laboral española que no salen en la prensa o por los que se pasa muy de soslayo. El decretazo 2.0, versión para laborales.
«1. Respecto de la carestía del despido, las cosas siguen igual para los trabajadores que tienen una protección generosa consecuencia de su edad y del momento en que accedieron al mercado de trabajo. Es decir, el supuesto problema que impide generar empleo (despido caro) se trata de resolver y paliar rebajando el despido de los jóvenes, que a día de hoy ya teníamos un despido barato, baratísimo. En cambio, las indemnizaciones de los trabajadores verdaderamente caros, a los que cuesta muchísimo despedir sean o no eficientes y aunque estén menos preparados que los jóvenes que van a la calle no se tocan. Aparece aquí un tema político travestido de jurídico, la famosa cuestión de los “derechos adquiridos” que, se dice, “no se pueden tocar”. Obviamente, si se quisiera, sí se podría. El Gobierno, por ejemplo, ya ha demostrado cómo un Decreto-ley puede cargarse toda la pseudo-negociación colectiva con los funcionarios y sus acuerdos salariales. Tanto más podría una ley modificar la indmenización por despido de quienes concluyeron sus contratos de trabajo en un momento en que la norma que regía era diferente. O, ¿acaso alguien entendería que si el Gobierno tuviera voluntad de aumentar la indemnización por despido en una nueva ley los que han sido contratados al amparo de un régimen menos generoso estarían sinalagmáticamente vinculados a ese contrato y no podrían ver cómo era modificado estatutariamente por la intervención del legislador?»