Es que las cosas ya no son como eran antes y ahora todo es más falso que un duro de cartón piedra. Ya no sé dónde vamos a parar y una buena guerra les daba yo. Hombre ya. Lo cuenta Kike García. Los tomates ya no saben a nada.
«“¿Qué es esta mierda de la lechuga en bolsas? ¿En qué nos hemos convertido? ¿Usted se acuerda de cuando la leche había que hervirla? Porque yo, la última vez que miré en mi nevera, lo único que vi fue leche baja en lactosa con extra de calcio y no sé qué mierda de omegas. Y así nos va”, se quejaba también un cliente del mercado barcelonés, visiblemente indignado. “Y los chicles, los chicles tampoco saben a nada. Durante años les han ido quitando el sabor, poco a poco, y ahora, si quieres sentir algo, tienes que comprar los caros de caja negra. Pero nunca más”, proseguía. Luego se tragó el chicle en señal de protesta, como desafiando a la industria.
“Yo hace años que no compro embutido que no esté empaquetado y cortado en cómodas lonchas. ¿En qué nos han convertido? Me doy asco a mí misma”, comentaba otra ciudadana mientras, con toda tranquilidad, golpeaba con una gallina un cajero cercano al mercado municipal.»