Supongo que era una tentación demasiado grande: las ingentes ganancias económicos en torno a la estética femenina, se doblan si las extendemos a la masculina; y sostiene (y creo que es evidente) Susie Orbach que de un tiempo a esta parte se generaliza la imagen de un hombre, el musculado, delgado, depilado, encremado… ¿Cuerpos uniformes? No caigáis en eso, chicos.
«Las revistas de hombres de hoy se parecen al Cosmopolitan de hace 20 años. Animan a los tíos a recurrir a las mismas soluciones repugnantes a los problemas de vivir que han venido ofreciéndose incesantemente a las mujeres. Transforma tu cuerpo, usa cremas hidratantes, maquíllate, deshazte de esas tetas, contémplate como si fueras ese diminuto chico/hombre que hace pucheros y se pavonea, cuyo cuerpo ideal va menguando cada vez más. Aspira a eso y distínguete por tu capacidad de esculpirte un cuerpo tal como lo imaginan los obsesos de la moda. Sepárate de la diversidad física que capta de modo tan espléndido Spencer Tunick [2] en sus cuerpos de carne. Hazte un cuerpo nuevo. Créate un nuevo yo.
Y está funcionando. Chicos, jóvenes, hombres de todas las edades quedan seducidos por la nueva gramática visual que empuja a los hombres a hacer mohines y buscar poses. Cuanto más esté ahí y más sucumbamos a ello, mayor será la talla masculina y los beneficios de las empresas que se alimentan de transformar los cuerpos masculinos.»