No sé si este texto de Naiara Galarraga es un anuncio de la vuelta del puritanismo o una denuncia al mal gusto estético; si se trata de defender la libertad individual total o de todo lo contrario. En cualquier caso, aquí está. El pudor ya no es lo que era.
«Lloret se prepara para la temporada de verano. En breve, se llenará de turistas como Stretton y su troupe, que buscan calor y mar (la población se duplica en verano). “Al final ni te das cuenta de que van sin camiseta”, indica Pilar Ferrer, de 48 años, que regenta una tienda de golosinas junto al paseo marítimo.
Los Ferrer están muy relacionados con el turismo. Su padre, Josep, de 81 años, poseía un hotel en la ciudad hace más de 35 años, el Mont Jordi. Él vio llegar al primer turista. “Primero nos sorprendieron con el biquini, después con el top less, y, en dos días, nos habían acostumbrado a todo”, recuerda. Ferrer padre vive sin drama este segundo destape. “No nos imaginábamos entonces que fuese a pasar, pero ya nos hemos habituado. Quién sabe, quizá en un tiempo todo vuelva a ser como antes”, augura.
Un pasado que Anna Torà, de 37 años, recuerda con cierta nostalgia. “Los alemanes se ponían de punta en blanco para ir a cenar”, cuenta desde la recepción del hotel Excelsior que dirige. “Pero de eso hace ya más de 20 años”, añade. En el Excelsior son taxativos: no se puede entrar sin camiseta ni descalzo. “Es una cuestión de higiene y de educación. Aunque somos un hotel de playa, hacen falta unas normas”, insiste Torà.»