Me encantan las historias sobre el ajedrez en los tiempos de la Unión Soviética, tienen algo de místico y heróico mezclado con John Le Carré. Esta es de Gennadi Sosonko, en la que cuenta qué pasó aquella vez que se enfrentaron Bobby Fischer y Ratmir Kholmov.
«Kholmov ha bajado al bar de su hotel a tomarse un ron. Sólo uno, ojo. Está tan rico que sería un pecado perdérselo, ¿verdad? Aaahhhh, qué bueno está. Bueno, no pasa nada si me tomo otro. Total, si igual no me dejan volver a La Habana… ¡Camarero, otro ron! Y así una y otra vez durante tres o cuatro horas, al término de las cuales Kholmov está borracho como una cuba, feliz como un oso Misha y sin dejar de gritar “!Viva Cuba libre, camaradas!”. Entonces irrumpe en el bar el ex-campeón mundial Vassili Smyslov, quien participa en el mismo torneo. Es del dominio público que un ex-campeón del mundo sólo necesita un simple vistazo para evaluar una situación, ya sea dentro o fuera del tablero. Smyslov tarda exactamente cuarenta y dos centésimas de segundo en tomar a Kholmov del brazo y decirle: “Ratmir Dimitrievich, anda, ven conmigo, te voy a enseñar una novedad que he descubierto en la apertura española. A lo mejor puedes utilizarla mañana contra Fischer. Porque mañana juegas contra Fischer, ¿recuerdas?”. Así que Ratmir Dimitrievich balbucea: “¿Fischer?”, con la misma cara que ponen los bacalaos cuando ven un tiburón a dos metros de distancia y deja dócilmente que Vassili Vassilievich le saque del bar. »