Pedro Miguel: “Hay numerosos indicios de que Meinhof, Baader, Ensslin y Raspe fueron en realidad asesinados por el Estado alemán, el cual, posteriormente, confiscó sus cerebros peligrosos para buscar el bulbo responsable de la personalidad incendiaria o la glándula que produce ideas terroristas.” Ahora se descubre que esos cerebros, guardados en formol y en un estante de laboratorio universitario, han desaparecido.
Los cerebros de Tubinga.