Ha muerto el filósofo y divulgador científico Martin Gardner, una de esas personas que mejoraban la vida de todos los demás. Javier Armentia cuenta qué significó Gardner para él. Adiós, Martin Gardner.
«Mientras tanto, claro, cada tres meses llegaba la revista Skeptical Inquirer y con la misma pasión que había leído a Gardner hablando de matemáticas, asistía a su trabajo de racionalización de supersticiones, engaños o chaladuras tan variadas como hacía desde sus Notes of a Fringe Watcher. Trimestre a trimestre fui sabiendo de algunos de esos controvertidos temas, como el desmelenado asunto del Libro de Urantia, que tanto ha aprovechado en sus intertextualizaciones Juan José Caballo de Troya Benítez. Lo interesante de la revista es que los temas que trataba Gardner era actuales y no exentos de controversia. Con ello asistí a interesantes debates e incluso a algún patinazo de Gardner que me mostraron que, ante todo, uno debe ser escéptico de sí mismo. He de reconocer que no siempre Gardner me parecía igualmente atinado, pero aún así, encomiable su labor y recomendable su trabajo.»