Francisco Fernández se fija en Haití para destacar los más de 500 años que lleva ocupada por fuerzas extranjeras, ahora una mezcla entre la invasión militar y la empresarial, el verdadero problema endémico de esa nación: Haití: una deuda pendiente.
«Para hacernos una idea sobre la carga de la deuda externa sobre la economía del país, en 2005 representaba un 22% (52,6 millones de dólares) del presupuesto anual. El movimiento campesino de Papaye exige la “anulación total de la deuda externa, una mayor inversión dentro de las políticas públicas basadas en la soberanía alimentaria y promueve la cultura y la producción de alimentos a pequeña escala.”
Hasta hace unos pocos meses apenas teníamos información de un país de tradición agrícola de subsistencia, que hoy en día depende de las importaciones de Estados Unidos, que representan el 82% de los recursos alimentarios del país. Apenas conocíamos tampoco a Monsanto, empresa que producía el agente naranja que utilizó el ejército de los EE.UU. durante la guerra de Vietnam, que regaló a los campesinos 475 millones de semillas modificadas genéticamente, tanto que son capaces de contaminar el suelo y el agua. Ni de la estrategia de sustitución de la raza de cerdos criollos, autóctona por cerdos con mayores costes de producción para perjudicar a las industrias locales en beneficio del libre comercio.»