El cine con vocación de blockbuster ha caído en una espiral profundísima de solemnidad y pretensión de seriedad, o lo que es lo mismo, las películas destinadas a romper las taquillas han perdido el sentido del humor. Nacho Vigalondo da una posible explicación. Turismo de bajo coste.
«En realidad, cuando una película señala sin rubor cuál es su “recado” (incluso llegando al extremo de The Dark Knight, donde los propios personajes lo explican en voz alta) lo que hace es allanar el camino de la interpretación. Se consigue que la lectura superficial suene tan acertada como el análisis sesudo. Que las claves de la película no necesiten el paso de los años para poder traducirse, como pasó con La noche de los muertos vivientes. Las películas de zombies de ahora ya vienen con instrucciones de bajo el brazo y no hace falta que un crítico hable para que nos demos cuenta de que que los zombies nos representan a nosotros, o a la administración Bush, o a los terroristas islámicos. »