Mario Vargas Llosa noveló los últimos días de Trujillo, el dictador dominicano, en su interesantísima La fiesta del chivo. En este texto habla de la oscura figura de Pechito Estévez, yerno del dictador, que se ha quitado la vida. La muerte de un Pimpollo.
«En los años noventa, cuando yo investigaba sobre la Era de Trujillo, el nombre del teniente coronel Luis José León Estévez se me aparecía por doquier en los testimonios escritos y orales y casi todos coincidían en señalarlo como uno de los más crueles y feroces torturadores y asesinos de aquellos años terribles, sobre todo en los seis meses que siguieron a la muerte del dictador, cuando Ramfis Trujillo, al frente de las Fuerzas Armadas (Balaguer era el presidente nominal) desencadenó una vertiginosa represión en venganza por el asesinato de su padre, en que cientos de dominicanos fueron torturados y asesinados por todo el país. Es seguro que Pechito estuvo en la Hacienda María, de Ramfis, el día que seis de los ajusticiadores del tirano fueron arrebatados a la Justicia, secuestrados por militares y llevados allí para que Ramfis y sus compinches, con vasos de whisky en las manos, los mataran a balazos. Por participar en este crimen, Pechito Estévez fue condenado en contumacia a 30 años de cárcel en febrero de 1965. Pero no cumplió un solo día tras las rejas, porque ya vivía en el exilio, y en 1977, por prescripción de la pena, pudo volver a Santo Domingo, donde se convirtió en un próspero empresario.»