Hace tiempo que pienso que a los que nos gusta el tenis nos ha tocado la lotería con la llegada del ex tenista Tomás Carbonell al puesto de comentarista televisivo, es un lujo maravilloso tenerlo en las retrasmisiones de los partidos. Javier Martínes, otros de los grandes del periodismo tenístico, también piensa así. Gracias, Carbonell.
«Tomás Carbonell rara vez sonríe. No necesita crear chascarrillos propios ni un derroche de simpatía para conquistar a los aficionados al tenis. Da la impresión de que es una de esas personas que adoran su trabajo, más allá de la retribución económica. Sus mensajes calan tanto entre los viejos seguidores como entre la gente que empieza a interesarse por el tenis, en muchos casos empujada por los grandes triunfos de Rafael Nadal, que en Roma ha vuelto a demostrar su indiscutible hegemonía sobre tierra batida. Es en la distancia que toma con respecto a los nuestros, en el ejercicio severo y reflexivo de su cometido, en el que se consiente proponer alternativas técnicas y criticar determinadas decisiones de los tenistas, sea cual sea su estatus y su lugar de origen, donde también resulta admirable.»