Eugenio Trías viaja al centro de la Imaginación sonora, un intento de definir la naturaleza artística de la música y su diferenciación del sonido.
«Pero con esto no hemos dicho lo esencial respecto a esta definición de la música. Ésta es una materia siempre en movimiento, en el tiempo (foné-movimiento y foné-tiempo, si adoptamos expresiones desplazadas de Gilles Deleuze). La intervención creadora en las dimensiones de ese continuum sonoro notifica sobre la forma musical.
A diferencia de la lengua no puede decirse que una ruptura se produzca entre el medio material sonoro, siempre en movimiento, siempre en el tiempo, y las propiedades y dimensiones de las que pueden derivar los parámetros del sonido, y con ellos la forma forma en el tiempo que transforma ese sonido en sentido (musical), en virtud de elecciones creadoras del sujeto.
Hay un sujeto en la música; un sujeto que puede ser creador, intérprete, receptor, partícipe. Ese sujeto, con antenas sensoriales auditivas, conecta dos potencias, o fuerzas de ánimo, máximamente implicadas y compenetradas entre sí: la sensibilidad y sus pulsiones emocionales, acompasadas con el vibrar continuo de la materia sonora y de sus específicas propiedades y dimensiones; y la comprensión intelectual pero también afectiva y sensorial de la forma, en la que se plasman ideas musicales a través de la organización de las dimensiones del sonido.»