Me ha resultado desalentador este texto de Enric González sobre Leila Jaled, mítica miembro del Frente Popular para la Liberación de Palestina y símbolo del eterno deseo de miles de palestinos de regresar a la situación previa a 1948. El retorno.
«En 1969 secuestró un avión de TWA que volaba de Roma a Atenas y obligó al piloto a aterrizar en Damasco; una vez desembarcado el pasaje, dinamitó el avión. En 1970, después de alterar sus rasgos mediante cirugía estética, intentó secuestrar un vuelo de la compañía israelí El-Al que hacía la ruta Amsterdam-Nueva York, pero los vigilantes que se ocupaban de la seguridad en el interior del aparato la redujeron (llevaba dos granadas) y mataron a su compañero, el nicaragüense Patrick Argüello. El avión aterrizó en Londres sin víctimas en el pasaje y Jaled fue entregada a la policía británica, que tres semanas más tarde la liberó a cambio de que el FPLP, que había secuestrado otro avión, liberara a los pasajeros.
Por razones que sólo quienes vivieron en los 70 podrían alcanzar a comprender, Leila Jaled se convirtió en un mito revolucionario y en un “sex symbol”: era el póster del terrorismo internacional.
Se casó y tuvo dos hijos de los que, según dijo en una entrevista en 2000, estaría orgullosa si un día tomaran las armas.
Leila Jaled puede ser, a los 66 años, un vestigio del pasado. Su mensaje, sin embargo, no lo es. Centenares de miles de palestinos han permanecido en los campos de refugiados de los países limítrofes sin otro proyecto de futuro que el retorno. Es la gran obsesión, la justificación de sus vidas. Básicamente, exigen que las cosas vuelvan a ser como antes de 1948. Lo mismo que exige Jaled.»