Cuando la Historia se escribe de esta forma, resulta mucho más fascinante que cualquier serie de televisión. JdJ nos está contando por capítulos una de las revoluciones más interesantes y complejas del siglo XX. Y lo hace tan bien, que te deja comiéndote las uñas en cada “continuará”. Lleva cuatro capítulos; les señalo el primero, que resume los orígenes del Islam y la divergencia del chiísmo: La revolución iraní.
«Cuando los árabes, de la mano de Mahoma y de sus generales, comenzaron a expandirse por la Tierra toda, exportaron dos cosas: su civilización, y sus creencias. Y hay quien tomó una cosa, u otra. Los magrebíes, por ejemplo, tomaron las dos cosas. Los maronitas se arabizaron, pero siguieron siendo cristianos. Y los persas tomaron la creencia, pero no el arabismo. Así pues, que te quede claro, porque es importante: ser musulmán no quiere decir que se sea árabe. Esto es especialmente cierto cuando se es persa y se habla farsi porque los persas, cualquier tomo de Historia Antigua te lo desvelará, habían saltado muchas vallas cuando los árabes todavía eran un pueblo de cabreros y camelleros nómadas sin profeta. Pero no es eso todo. Porque los persas son, sí, musulmanes. Pero unos musulmanes especiales, distintos.»